Crear. Hacer algo nuevo a partir de cero. Pensar en cómo puede ser, y darle forma. Enfrentarse a los obstáculos que van surgiendo a lo largo del proceso, y superarlos. Echar un vistazo al resultado mientras la mente se desliza hacia el próximo proyecto.

Así se podría describir, en pocas palabras, mi leitmotiv, no sólo en lo que se refiere al ámbito de la publicidad, sino en términos generales.

Dicen que un redactor no es capaz de diseñar una página decente o que un director de arte no tiene la habilidad necesaria para escribir un texto medianamente coherente; o, también, que un desarrollador no podría diseñar la gráfica de aquella página web cuyo código está escribiendo.

Lugares comunes, tan generalizados como erróneos.

Conozco bastantes redactores con buen criterio gráfico, y no pocos directores de arte capaces de escribir textos no ya inteligibles, sino incluso brillantes. O lo serían, si se lo propusieran. Y estoy seguro de que hay muchos expertos en HTML que diseñan websites más que vistosos.

Por mi parte, siempre me he negado a aceptar esas clasificaciones arbitrarias. Puede ser verdad que haya personas –independientemente del área profesional en la que se desenvuelvan–, que no tengan determinadas habilidades. Pero también creo que el hecho de que nos veamos empujados, en cierta medida, a especializarnos no debería impedirnos hacer otras cosas que nos gustan; e incluso destacar en facetas distintas de las que solemos llevar a cabo a diario.

Más que un planteamiento teórico, es una actitud –no sé si innata, pero sí muy arraigada en mí– con la que siempre he afrontado las diferentes situaciones que van surgiendo en el devenir diario.

Podría haberme dedicado a la música, o tal vez a escribir…, no sé si novela o ensayo; o, sencillamente, textos sobre las cosas que me interesan –acerca de las que he aprendido algo, con el tiempo–.

Lo cierto es que las circunstancias –muchas veces, por puro azar– nos llevan a desempeñar una función determinada, hasta el punto de encasillarnos, aún cuando nuestra capacidad e, incluso, nuestras –así llamadas– aptitudes nos permitirían abarcar muchas otras áreas de conocimiento.

Prefiero seguir aprendiendo a permanecer encasillado en una posición dada, por muy cómoda que ésta pueda parecer.

Me atraen los retos, sin duda. Creo que la posibilidad de tener éxito en un determinado empeño es directamente proporcional al tiempo –y a la energía– que se le dedique.

Cuando, hace varios años, comencé a husmear en el terreno de los lenguajes de programación empleados en el desarrollo de websites –como HTML o CSS, en los que era un completo analfabeto–, pronto me vi atrapado por la vorágine de signos aparentemente indescifrables. Debe de tratarse de la atracción por lo desconocido, esa cualidad tan humana…

Hoy soy capaz de entender buena parte de esos signos crípticos que conforman las páginas web; lo que, unido a mis destrezas en los terrenos gráfico y lingüístico, me convierte en una especie de “agencia monopersonal” o, como he dado en denominarlo en este sitio web, un multicreativo.

Ponte en contacto conmigo, y podrás comprobarlo.